Recienteme os trajimos la reseña de uno de los grandes clásicos del murciélago, traído de nuevo a la vida por ECC Ediciones, BATMAN: AÑO UNO. Frank Miller y David Mazzucchelli creaban de esa manera el que por muchos es considerado el origen definitivo del Caballero Oscuro y una novela gráfica de culto.
Ahora, en la misma linea "Grandes Autores de Batman", la editorial nos trae la que fuera su secuela, BATMAN: AÑO DOS.
Este volumen en cartoné de 176 páginas a todo color incluye los números USA Detective Comics núms. 575 a 578, Batman: Full Circle y Batman: Gotham Knights núm. 25.
Pero, ¿por qué una secuela?
Pero, ¿significa esto que, de no ser una secuela, Año dos sería mejor?
Mike W. Barr recibió una responsabilidad bastante grande, y como resultado creo, a nuestro entender, una historia bastante forzada. El tono de la historia cambia completamente en relación con su predecesor, provocando que el ritmo de historia ni se le parezca ni que la personalidad de Wayne encaje, por lo que excepto por la continuidad cronológica, poco tiene que ver con Año Uno.
Dejando la ausente lógica a parte, la polémica pistola le acompañará a lo largo de todo el cómic como una especie de discusión interna del encapuchado sobre si su métodos deberían implicar la muerte además del miedo.
Ahora, en la misma linea "Grandes Autores de Batman", la editorial nos trae la que fuera su secuela, BATMAN: AÑO DOS.
Este volumen en cartoné de 176 páginas a todo color incluye los números USA Detective Comics núms. 575 a 578, Batman: Full Circle y Batman: Gotham Knights núm. 25.
Pero, ¿por qué una secuela?
En aquella época Frank Miller había dado un vuelco a los cómics con su Batman, convirtiéndolo en algo más oscuro y tenebroso de lo que solía leerse en las páginas de DC.
Debido al éxito y nuevo enfoque, DC Cómics puso a Mike W. Barr a cargo de una continuación del origen de Batman, tratando de profundizar aun más en las heridas emocionales y el pasado de Bruce Wayne.
La historia comienza justo tras los eventos de Año Uno y con Batman siguiendo su lucha contra el crimen, mientras James Gordon asume el cargo de Comisario, siempre manteniendo su relación de compañerismo con Batman.
Sin embargo, la reaparición de un justiciero sanguinario de hace 20 años conocido como El Segador hará que esa relacón no esté tan clara, y que Batman se plantee si su camino de la justicia requiere el derramamiento de sangre, llegando incluso a verse forzado a colaborar con el asesino de sus padres, el matón Joe Chill.
Nos encontramos ante un cómic que levanta bastante polémica. Lo primero que podriamso preguntarnos es... ¿merece llamarse secuela de Año Uno?
Esta pregunta puede incluso hacerse injusta. Año Dos compite con una obra maestra a nivel argumental, por lo que con semejante título es bastante complicado dejar al lector satisfecho.
Pero, ¿significa esto que, de no ser una secuela, Año dos sería mejor?
Mike W. Barr recibió una responsabilidad bastante grande, y como resultado creo, a nuestro entender, una historia bastante forzada. El tono de la historia cambia completamente en relación con su predecesor, provocando que el ritmo de historia ni se le parezca ni que la personalidad de Wayne encaje, por lo que excepto por la continuidad cronológica, poco tiene que ver con Año Uno.
Barr nos introduce al villano El Segador como una antigua contrapartida de Batman; un encapuchado que hace dos decadas limpiaba las calles de Gotham de delincuencia dejando tras de si un rastro de cadáveres.
Debido a la semejanza con la actividad de el Caballero Oscuro, el paralelismo está asegurado y acentuado con el regreso del Segador.
Debido a la semejanza con la actividad de el Caballero Oscuro, el paralelismo está asegurado y acentuado con el regreso del Segador.
Claro que... quizá El Segador no cumple con lo esperado al ser el paralelismo demasiado grande: su origen incluye la muerte de su esposa en un tiroteo demasiado similar al de Martha Wayne.
Este justiciero retirado que aparentemente debe rozar entre el medio siglo y la edad de la jubilación aparece con su traje de trabajo y barre el suelo con Batman con una facilidad pasmosa.
Esto por si mismo debería dejarnos perplejos, pero el hecho de que lleve dos guadañas / florete como armas con pistolas incorporadas y que su aspecto sea una mezcla de Skeletor con un artista sadomaso, aderezado con una actitud a lo punisher. Algo que no arregla que siempre entre en escena gritando "¡Temer al Segador!".
Sin embargo, su aparición es más que suficiente para crear una trama en la que, para vencer, Bruce Wayne traicionará todo lo que es ser Batman: traicionar (o no) al comisario Gordon, empuñar una pistola y aliarse con el asesino de sus padres.
Vale... esto es muy duro, vamos por pasos.
BATMAN CON PISTOLA
Esto es bastante sorprendente. Vamos, que te deja perplejo.
BATMAN CON PISTOLA
Esto es bastante sorprendente. Vamos, que te deja perplejo.
Ante la imposibilidad de Batman de vencer a El Segador, este decide coger la pistola del asesino de sus padres (que tiene guardada como una especie de morboso recuerdo) y utilizarla como herramienta contra él.
Esto acarrea más significa místico que realismo, ya que si Batman decidiera terminar con un enemigo aleatorio a base de armas de fuego (algo improbable), podría comprarse un arma bastante más efectiva y destructiva que una Mauser.
Dejando la ausente lógica a parte, la polémica pistola le acompañará a lo largo de todo el cómic como una especie de discusión interna del encapuchado sobre si su métodos deberían implicar la muerte además del miedo.
HACIENDO MIGAS CON JOE CHILL.
La cosa sigue poniéndose complicada de asimilar.
Para poder derrotar a El Segador, Batman traiciona a Gordon (o no, como antes comentábamos) para juntarse con los bajos fondos, lo que le lleva a colaborar con el asesino de sus padres, Joe Chill.
Menuda coincidencia considerando que en Gotham hay más delincuencia que en el Detroit de Robocop, que te junten con un asesino y este tenga que ser Joe Chill.
Vamos, demasiado.
Con esto dicho, Batman será aun más forzado a verse entre la espada y la pared, teniendo que elegir su justicia en base al temor, o la más cruda venganza.
Con estas dos primicias, Barr nos lleva a través de una historia que a duras penas se sostiene para intentar sacar más tajada de la popularidad de Año Uno.
Aun así, la narrativa es correcta y, aunque fracasa miserablemente al ser comparado con Miller, se abre paso como buenamente puede trayendo a un Bruce Wayne novato que tiene que elegir si desea vengarse o no.
Por otro lado, algunos de los detalles de la obra pueden verse reflejados en la película Batman Begins de Nolan, como el personaje de Rachel o el mismo dilema...
En cuanto al dibujo, encontramos a Alan Davis al principio de la historia y dejándola rápidamente tras un mosqueo que tuvo en su momento que le hizo abandonar la colección, para ser reemplazado por un jovencísimo Todd McFarlane.
Esta mezcla de lápices cumple con su cometido sin mostrarnos ninguna obra maestra, empezando a desmarcarse cada vez más el estilo tan característico de McFarlane en las viñetas.
Terminada esta saga de Barr, el columen da paso a dos historias relacionadas.
La primera de ellas, Full Circle, retoma el tema de El segador y nos trae de nuevo a la pareja inicial, Mike W. Barr y Alan Davis.
El cómic retoma los anteriores sucesos, esta vez con la presencia de Robin, y crea con ello una aventura bastante tópica del Batman de la época, sin destacar en nada en concreto.
Finalmente encontramos unas páginas en blanco y negro con el mismo equipo reincidiendo en La Última Ronda en McSurley's, donde David nos deleita con un arte en los lápices que no hemos podido disfrutar en las páginas anteriores.
Con esto llegamos a la conclusión de que AÑO DOS trata de crear una secuela para AÑO UNO logrando a medias un trabajo que solo Frank Miller podría haber llevado a cabo correctamente.
Aun así, la historia logra rodearse de un ambiente más oscuro y de tragedia que los clásicos de la época, siendo sin lugar a dudas otro escalón hacia el Caballero Oscuro moderno.