Con motivo del cercano Día Internacional del Libro, NORMA EDITORIAL lanzó el pasado 11 de abril 2014 un thriller de investigación sobre el terrorismo - con ETA de fondo - en Las oscuras manos del olvido, de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí, ganadores del Premio Nacional del Cómic 2009.
Siendo una apuestas bien fuerte, Cava y Seguí nos adentran en este fantástico cartoné de 72 páginas a todo color en el imaginario terrorista pero… ¿cómo se localiza a una sombra después de tanto tiempo?
Con estos autores como referencia podemos intuir que esta obra con un título que cita un verso de Quevedo no dejará indiferente a nadie con esta intrusión a un tema que a estas alturas, parece haber sido sepultado con el pasar del tiempo.
Nos encontramos ante una obra de carácter intimista en la que Cava desata toda su capacidad narrativa al meternos en la piel de Toinou, un personaje muy lejos del clásico personaje protagonista.
Nos encontramos ante un mafioso marsellés entrado ya en años, que tras pasar 30 años en la carcel cumpliendo condena por el crimen de otro, decide cumplir un contrato pactado mucho tiempo atrás. Un hombre cano, de complexión ancha con una rata negra tatuada en la dermis de su espalda que, como premisa, se nos muestra como alguien leal.
Cava a lo largo del libro utiliza la voz en off de Toinou para narrarnos no solo su vida si no la de sus padres, que en su momento sufrieron la Guerra por la Independencia de Argelia. Adoptado por un mafioso de Marsella, Toinou evitó como pago a su benefactor que el hijo del mismo acabase entre rejas, asumiendo la culpa de un crimen no narrado.
Y esto nos deja ante la situación actual del personaje: Toinou contrajo un contrato mucho tiempo atrás con un empresario vasco que lo vinculaba a encontrar a Itzala, una sombra sin nombre propio del terrorismo nacionalista vasco que en aquel entonces lo tenían a él y a su familia bajo amenaza.
Ahora, con el empresario muerto años atrás víctima de un atentado, Toinou enfoca su vida en cumplir de manera póstuma ese contrato... un periplo que lo llevará de ciudad en ciudad bajo la identidad falsa de un periodista, tratando de encontrar al mítico Itzala.
Con este enfoque, Cava nos hace recorrer una sociedad que parece haber olvidado las casi mil víctimas de la historia de ETA con el paso del tiempo, mostrando delicadamente el punto de vista de cada uno de los bandos y de algunos personajes afectados por las consecuencias de aquella época.
Acompañado del sobrio dibujo de Batolomé Seguí y con unos colores que dan a esta historia un toque lo suficiente grisáceo para que nos sintamos absolutamente ambientados, este thriller nos aborda con una mezcla de sentimientos que muestran empatía, añoranza y culpabilidad a partes iguales.
Toinou se convierte en todo un detective con su look a lo colombo en los dibujos de Seguí, y como tal avanza a través de una investigación que Cava adorna entre citas a grandes escritores y pensadores con una carga política que, sin hacerse pesada, asalta temas que ahora parecen tan lejanos como ETA o el GAL.
Una narrativa perfecta con una historia cargada de sentimiento, verdad y concienciación social por un pasado que, aunque queremos recordar como algo lejano, asolaba nuestra historia.
Y nos recuerda, de paso, que más de un Itzala aun horada la tierra entre Las Oscuras Manos del Olvido.
Siendo una apuestas bien fuerte, Cava y Seguí nos adentran en este fantástico cartoné de 72 páginas a todo color en el imaginario terrorista pero… ¿cómo se localiza a una sombra después de tanto tiempo?
Con estos autores como referencia podemos intuir que esta obra con un título que cita un verso de Quevedo no dejará indiferente a nadie con esta intrusión a un tema que a estas alturas, parece haber sido sepultado con el pasar del tiempo.
Nos encontramos ante una obra de carácter intimista en la que Cava desata toda su capacidad narrativa al meternos en la piel de Toinou, un personaje muy lejos del clásico personaje protagonista.
Nos encontramos ante un mafioso marsellés entrado ya en años, que tras pasar 30 años en la carcel cumpliendo condena por el crimen de otro, decide cumplir un contrato pactado mucho tiempo atrás. Un hombre cano, de complexión ancha con una rata negra tatuada en la dermis de su espalda que, como premisa, se nos muestra como alguien leal.
Cava a lo largo del libro utiliza la voz en off de Toinou para narrarnos no solo su vida si no la de sus padres, que en su momento sufrieron la Guerra por la Independencia de Argelia. Adoptado por un mafioso de Marsella, Toinou evitó como pago a su benefactor que el hijo del mismo acabase entre rejas, asumiendo la culpa de un crimen no narrado.
Y esto nos deja ante la situación actual del personaje: Toinou contrajo un contrato mucho tiempo atrás con un empresario vasco que lo vinculaba a encontrar a Itzala, una sombra sin nombre propio del terrorismo nacionalista vasco que en aquel entonces lo tenían a él y a su familia bajo amenaza.
Ahora, con el empresario muerto años atrás víctima de un atentado, Toinou enfoca su vida en cumplir de manera póstuma ese contrato... un periplo que lo llevará de ciudad en ciudad bajo la identidad falsa de un periodista, tratando de encontrar al mítico Itzala.
Con este enfoque, Cava nos hace recorrer una sociedad que parece haber olvidado las casi mil víctimas de la historia de ETA con el paso del tiempo, mostrando delicadamente el punto de vista de cada uno de los bandos y de algunos personajes afectados por las consecuencias de aquella época.
Acompañado del sobrio dibujo de Batolomé Seguí y con unos colores que dan a esta historia un toque lo suficiente grisáceo para que nos sintamos absolutamente ambientados, este thriller nos aborda con una mezcla de sentimientos que muestran empatía, añoranza y culpabilidad a partes iguales.
Toinou se convierte en todo un detective con su look a lo colombo en los dibujos de Seguí, y como tal avanza a través de una investigación que Cava adorna entre citas a grandes escritores y pensadores con una carga política que, sin hacerse pesada, asalta temas que ahora parecen tan lejanos como ETA o el GAL.
Una narrativa perfecta con una historia cargada de sentimiento, verdad y concienciación social por un pasado que, aunque queremos recordar como algo lejano, asolaba nuestra historia.
Y nos recuerda, de paso, que más de un Itzala aun horada la tierra entre Las Oscuras Manos del Olvido.