Hoy traemos un clásico de los de toda la vida completamente renovado y es que, ¿quién no conoce al famosísimo Frankenstein? La historia de Mary Shelley nacida en los años 90’s se ha convertido en un clásico del terror y cuenta ya con muchísimas versiones tanto literarias como cinematográficas, sin embargo, hoy traemos una de esas adaptaciones que sobresale entre todas ellas, la nueva versión que incorpora el aspecto moderno, pero permanece el mensaje antiguo. El Frankenstein de Gris Grimly’s editado por Norma Editorial.
Lo primero que llama la atención es el precioso formato con el que cuenta, siendo un volumen de 17x26cm en cartoné con sobrecubierta desde la cual nos mira un jovencísimo Víctor Frankenstein, con pantalón pitillo, media cabeza rapada y camiseta a rallas. En su interior encontramos 208 páginas a todo color que ilustran este clásico, pero con aspecto moderno y desenfadado. No sé si es la imagen que tenía Mary Shelley sobre su creación, pero desde luego a mí me encanta.
Antes que nada, hablemos del volumen original, novela que escribió Mary Sheller inspirada en una visión que tuvo en un viaje a Ginebra el verano de 1816. Obviamente su personaje es recordado por todos y pocas personas hay en el mundo que no lo conozcan, sin embargo, sí que hay demasiadas que no conocen el relato real más allá del mítico monstruo.
La historia comienza con las cartas de una exploradora a su hermana, en ella le cuenta como su empresa es llegar al polo norte, misión la cual cuenta con algunos contratiempos, sin embargo, el más significativo es el encontronazo en mitad del océano helado de un hombre al cual la muerte persigue.
Este no es otro que Víctor Frankenstein, quien huye y a la vez persigue a un ser que el mismo creó hace muchos años. Es entonces cuando el propio Víctor cuenta su historia a la joven aventurera y a los mismos lectores.
En su historia nos cuenta como Víctor Frankenstein era un muchacho enamorado de la ciencia desde bien joven, empezando por Agrippa, continuando por Paracelso y más tarde Alberto Magno, su mente fue llenándose de conocimientos desde niño. Pasados unos años fue enviado a la universidad y se especializó en la filosofía natural, convirtiéndose en un joven médico enamorado de la creación y por consecuente de la muerte y su inevitable proceso.
Sin embargo, en la búsqueda de conocimiento descubrió el mayor de los secretos, la fórmula para crear la vida en la materia muerta.
Este descubrimiento se convirtió en su mayor obsesión y solo podía pensar y trabajar en ello olvidándose por completo de todo lo demás. Incansablemente trabajó, usurpó huesos y carne de los cementerios de la ciudad y finalmente, logró crear vida de la carne muerta, sin embargo, demasiado tarde se dio cuenta de que había creado a un monstruo del cual no se podía responsabilizar y huyó dejando a su creación allí, viva.
La criatura entonces tiene que aprender a valerse por sí misma y, aunque no es intrínsecamente malo, tiene una visión amarga en el mundo a causa del abandono de su creador y por el dolor que siente al ver como la humanidad lo evita y lo ataca. Y esto le lleva a tomar venganza contra la familia de Frankenstein y contra su mismo creador.
Nos encontramos entonces ante una historia que trata a partes iguales la ciencia y la moralidad, el amor y la pérdida, así como la esperanza y la desesperación. Un recordatorio de la dualidad del ser humano, tanto para amar y odiar como para crear y destruir, siendo objeto de inspiración tanto para adaptaciones cinematográficas como para otros tantos relatos.
Sin embargo, al estar escrita hace casi la friolera de 200 años, su narrativa era más bien pesada, muy descriptiva y poco relajada, siendo la causante de que tan pocas personas se hayan acercado a este clásico atemporal. Y es que no solo hecha de espaldas el lenguaje arcaico, técnico o simplemente su idioma, sino también la forma de narrarlo.
Por suerte para nosotros Gris Grimly ha hecho unos deberes casi maestros y nos trae este nuevo Frankenstein con un lavado de cara.
Como comentamos previamente sus primeras páginas, que podrían resultar las más tediosas, son una serie de cartas escritas a mano, elaboradas con tinta en tono sepia y un diseño de fondo que simula papel apergaminado. Un diseño muy bonito y romántico, pero algo incómodo a la hora de leerlo la verdad. Por suerte, aunque son unas cuantas páginas no se tarda en entrar en materia.
Justo con la aparición del personaje principal se vuelve a la escritura normal, intercalando pasajes de la novela con dibujos, algunos más pequeños, otros que ocupan casi toda la página, pero todos ellos en tonos sepias, verdes y negros, salpicados de otros tonos más brillantes, pero manteniendo las mismas tonalidades, encontrándonos así detalles en malva, rojo sangre o verde brillante.
Si bien, el detalle más curioso es desde luego el estilo de dibujo. Para quienes conozcan a Gris Grimly no supondrá nada nuevo, sin embargo, para aquellos que este autor les suene totalmente ajeno pueden encontrarse con grandes sorpresas al abrir el volumen, y es que, aunque la historia sea la clásica, el estilo de dibujo tiene un claro estilo Tim Burton con personajes de largas extremidades, calaveras y huesos en casi todas las viñetas.
A mí, personalmente, me ha parecido muy elaborado y las ilustraciones, aunque cuenten con este curioso estilo son muy adecuadas y mantienen el ambiente lúgubre de la novela original, pero con toques más punk, rockeros e incluso steampunks.
Y es que, aunque Víctor vista con pantalón pitillo y chupa de cuero, su compañera Elisabeth viste con polisón, corpiños y la elegancia de aquella época, eso sí, los dos con media cabeza rapada y trajes sacados del armario de bitelchus.
Si bien yo estoy contenta con este tipo de adaptación tan moderna y llamativa, soy consciente de que para algunos les parecerá puro sacrilegio que algo tan clásico como Frankenstein de Mary Shelley haya caído en el pozo sin fondo de las adaptaciones góticas, a fin de cuentas, para gustos los colores y estos tonos sepias y blanco calavera no gusta a una gran mayoría de público.
Sin embargo, como adaptación a la novela original es una gran obra de arte haciendo más ameno algo que podría acumular polvo en las estanterías, y aunque tenga este aspecto tan peculiar funciona muy bien en consonancia con la historia. Así que yo le doy un sobresaliente y agradezco a Gris Grimly que traiga un libro tan clásico a un público mas moderno.