Los pasados meses de diciembre de 2015 y enero de 2016, ECC Ediciones lanzaba al mercado los números nueve y diez del manga Ichi the Killer, un seinen obra original de Hideo Yamamoto más conocido en nuestros lares por la adaptación a película dirigida por Takeshi Miike en 2001, el cual con la publicación de estos dos últimos volúmenes alcanzaba su tan ansiado final.
Además de la película de Miike, el manga recibió una adpatación animada en forma de OVA titulada Ichi the Killer: Episode 0 de la mano de AIC en 2002, así como una segunda entrega live-action dirigida por Masahito Tanno en 2003.
El último encargo de Ichi.
Tras la muerte del gemelo Jiro, el grupo yakuza Kakihara se encuentra al borde de la destrucción total, pero eso no significa que se hayan rendido. Repletos de furia, los pocos miembros restantes se embarcan en una alocada búsqueda de el asesino Ichi, en parte para vengar la muerte de sus camaradas y en parte para saciar la filia por el sadismo de Kakihara, que ha estas alturas se ha obsesionada de una forma insana con Ichi.
Lo que no saben es que los más que beneficiosos chivatazos sobre la posible localización de Ichi no son más que otra parte del terrible plan del viejo para hundir el bloque de pisos de Kabukicho... unas indicaciones que los llevan directamente hasta la habitación donde se encuentra el propio Ichi.
Manipulado por su trauma, las conversaciones lavacerebros con el viejo y sus conversaciones telefónicas sadomasoquistas con una muchacha que parece Tachibana, una mancha oscura en la infancia de Ichi, el asesino llorica termina por hacer frente más empalmado que nunca a Saburo, el último gemelo, Kaneko, el padre del pequeño Takeshi, e incluso al mismo Kakihara.
Hideo Yamamoto nos presenta una historia sólida en la que no escatima al representar la brutalidad de la violencia y lo peor de la raza humana a través de una serie de escenas de lo más bizarro y explícitas, dando como fruto uno de los mangas más viscerales del panorama seinen a causa tanto de sus viñetas como de su transgresora historia.
El gore y el sexo explícito se dan la mano en un escenario sin ningún tipo de censura ética, transportándonos a la realidad más cruenta y sin concesiones de la mafia japonesa, una historia que no todos los públicos están preparados para soportar.
El manga se serializó en la revista japonesa Weekly Young Sunday de la editorial Shogakukan entre 1998 y 2001, siendo recogida en 10 volúmenes recopilatorios, tal y como nos la va a brindar la editorial española.
ECC Ediciones nos lo trae en una formato clásico de tomo manga / tankoubon, en una rústica con sobrecubierta de 208 y 216 páginas en blanco y negro respectivamente, aunque por algún motivo no nos llega con las portadas de los tomos japoneses conocidas.
Tras la muerte del gemelo Jiro, el grupo yakuza Kakihara se encuentra al borde de la destrucción total, pero eso no significa que se hayan rendido. Repletos de furia, los pocos miembros restantes se embarcan en una alocada búsqueda de el asesino Ichi, en parte para vengar la muerte de sus camaradas y en parte para saciar la filia por el sadismo de Kakihara, que ha estas alturas se ha obsesionada de una forma insana con Ichi.
Lo que no saben es que los más que beneficiosos chivatazos sobre la posible localización de Ichi no son más que otra parte del terrible plan del viejo para hundir el bloque de pisos de Kabukicho... unas indicaciones que los llevan directamente hasta la habitación donde se encuentra el propio Ichi.
Manipulado por su trauma, las conversaciones lavacerebros con el viejo y sus conversaciones telefónicas sadomasoquistas con una muchacha que parece Tachibana, una mancha oscura en la infancia de Ichi, el asesino llorica termina por hacer frente más empalmado que nunca a Saburo, el último gemelo, Kaneko, el padre del pequeño Takeshi, e incluso al mismo Kakihara.
Un enfrentamiento final en el que veremos todo lo que hasta ahora nos había ofrecido esta obra maxificado hasta su máximo esplendor, gracias a un manejo de los hechos más que peculiar por parte del mangaka cuando el sádico traumado de Ichi finalmente le plante cara al masoquista sin remedio de Kakihara, dando como resultado al combate más surrealista del manga escrito hasta el día de hoy.
Hideo Yamamoto nos presenta una historia sólida en la que no escatima al representar la brutalidad de la violencia y lo peor de la raza humana a través de una serie de escenas de lo más bizarro y explícitas, dando como fruto uno de los mangas más viscerales del panorama seinen a causa tanto de sus viñetas como de su transgresora historia.
El gore y el sexo explícito se dan la mano en un escenario sin ningún tipo de censura ética, transportándonos a la realidad más cruenta y sin concesiones de la mafia japonesa, una historia que no todos los públicos están preparados para soportar.
Todo ilustrado por su propia mano, dotando a la historia de toda la sangre necesaria para que transmitirnos esa horrible sensación que lo caracteriza, y que con este final llega a su culmen de lo bizarro.