Un día más estamos aquí de nuevo con otra de nuestras reviews de manga, en esta ocasión le toca el turno al volumen #7 de Noragami, exitoso manga del dúo bajo el nombre de Adachitoka.
Como curiosidad, en esta ocasión encontramos en su interior dos capítulos que no fueron incluidos en la segunda temporada de la adaptación anime, aunque posteriormente se pudieron ver en pantalla gracias a las OVA'S que se lanzaron junto al manga en 2014.
Pero volvamos de nuevo ha hablar del manga que tenemos entre manos. Este de nuevo ha sido editado por Norma editorial con un sencillo formato de rústica con sobrecubierta, publicándose el pasado mes de noviembre.
En su interior encontramos el contenido de 192 páginas en blanco y negro más la siempre presente ilustración a color. Su precio el habitual 8€
Noragami #7
La historia continúa tras el desenlace en la batalla entre Yato y Bishamonten, la vida sigue y el curso escolar comienza de nuevo para Hiyori quien ahora es estudiante de bachillerato. Sin embargo parece que Yato no quiere desengancharse de ella ni un momento y mucho menos tras admitir y a voz en grito que no quiere olvidarse se el.
Parece que hay mucho amor en el ambiente pero Hiyori sabe que aunque la pelea entre Yato y Bisha acabará bien, no es indicativo de que realmente se hayan perdonado, así que urde una pequeña estratagema para juntar en un mismo sitio a la familia de Bisha, Tenjin y Kofuku, además de a Yato y Yukine, y así juntos celebrar el florecimiento de los cerezos.
Pese a las primeras reticencias de los dos dioses enfrentados, el picnic más o menos improvisado resulta la mar de bien, seguramente las cantidades ingentes de sake ayudaron aunque estas llevaran a Yato a cometer actos un poco raros. Por suerte para todos, esa resulta ser una tarde que todos recordarán con cariño y la tensión entre los dos dioses parece relajarse.
Lamentablemente lo que no parece relajado es la vida estudiantil de Hiyori quien en una de esas cabezadas que se hecha en clase separándose de su cuerpo, observa horrorizada como Yato toma posesión de este y se va ha hacer el gamberro.
La pobre chica sólo puede correr detrás de su cuerpo, viendo como Yato hace de las suyas enseñando las bragas a medio colegio, ligándose tanto a profesores como a alumnos, e incluso salvando a un estudiante de tirarse por una ventana.
Si es que decimos que el dios tiene una voluntad muy fuerte para todo, desde para ayudar a los humanos a cambio de una miseria, hasta para destruir la vida de Hiyori para que así ella siempre esté a su lado. No es romántico?
Desde luego Hiyori será recordada por el resto del alumnado como una de las personas más extrañas que se podían encontrar en el bachiller, creando tanto miedo como devoción.
Y mientras la vida de la muchacha cambia radicalmente, también lo hace la de Yato, quien después de dejar a la chica tranquila se encuentra con que uno de los dioses, en concreto Ebisu, decide que su shinki, Yukine es bastante interesante así que, porqué no comprarlo?
La incertidumbre reina sobre la casa y casi parece Yato se plantee vender al muchacho! Pero ni el va a vender a la única persona que se ha arriesgado para salvarle la vida, ni Yukine se marchará con el otro Dios dejando tirado a su amo.
Es entonces cuando Hiyori se da cuenta de que esos dos chicos están muy solos, necesitan que alguno de sus sueños o anhelo se hagan realidad, así que intenta lo que está en su mano y le hace Yato de papel mache un pequeño templo, consiguiendo así un pequeño aunque propio paso al cielo.
Sin embargo el ambiente de felicidad parece que durará poco.
Crítica:
El volumen #7 de noragami se nota que es un pequeño impas entre sagas, algo necesario para refrescar el paladar y recordarnos que está serie cuenta con momentos y personajes muy divertidos.
Puede que para algunos esto cuente como relleno y en parte lo es, pero a diferencia de un anime, los mangas no tienen temporadas tan bien delimitadas como para no necesitar de este tipo de elementos en su historia.
Lo bueno es que aunque el contenido tenga poca información relativa a la trama central del manga, si que resulta divertido, puede que hasta hilarante, sobretodo el capítulo de la posesión se Yato al cuerpo de Hiyori.
Otro elemento interesante en este volumen es todo el transfondo respecto a la vida y deberes de los dioses, mostrando un pequeño resquicio de la vida de bishamonte como miembro de más deidades.
Lo cuál nos lleva a pensar en los nuevos personaje que aparecen en la historia y aquellos que hacen precisamente lo contrario y desaparecen. Estamos hablando cómo no de Ebisu y su política de compra de shinkis así como su dilema con las máscaras y los seres oscuros que pululan por el mundo.
Mientras que aquel que ha desaparecido de la historia o al menos por ahora ha sido Kuga, el shinki médico que fue desterrado a la tierra por Bisha y del que no se sabe nada más.
No podemos negar que ambos resultan todo un misterio porque desde luego, los seres extraterrenales, por mucho que estén desterrados, resultan interesantes siempre.
Arte:
El dibujo en este volumen nuevamente vuelve a ser realmente bueno, si bien es cierto no llega a lucirse como lo hace en otros volúmenes pero también es porque no cuenta con escenas épicas ni batallas dinámicas.
Sin embargo en lo que si se explaya más es en los rostros de los personajes, los cuales pasan a tener gran nivel de detalle y expresividad.
Aunque lo realmente remarcable son los primeros planos, que en esta ocasión hay muchos, como por ejemplo la cara de Yato sorprendido al escuchar las palabras de Hiyori, el beso entre este y bishamonten o la entrega del minitemplo.
Conclusión:
En definitiva, un nuevo volumen que vuelve a sorprender al lector no por sus grandes giros argumentales, si no por la sencillez de unos capítulos que te harán sonreír y maravillar de lo buenas que son estas autoras.
Y todos aquellos que crean que este número desmerece por contar con relleno en lugar de historia original, que le den una oportunidad, no siempre se pude ver a un dios exhibicionista o a una diosa borracha.