Entre las novedades de marzo de 2017 de la editorial Dibbuks, se encontraba una nueva obra de El Torres, guionista malagueño consagrado y elogiado internacionalmente que unía en esta ocasión sus fuerzas al dibujante Guillermo Sanna, quién ya se ha hecho un hueco en los importantes sellos americanos del cómic.
Hablamos de Camisa de Fuerza, conocida en USA como Straitjacket, un cómic que a estas alturas ya se considera de culto en el noveno arte, a pesar de las malogradas ventas iniciales que el propio autor ya comenta en sus declaraciones en el propio volumen, seguidas de la habitual especulación tan propia de estos casos.
Pero, ¿de dónde viene esta grandeza? Es complicado hablar de Camisa de Fuerza sin resumirlo en un más que obvio "leeteló", ya que una vez tu mente lo ha absorbido, inevitablemente empiezas a recomendarlo como un poseído a todos los de tu círculo que son capaces de leer algo de más de dos páginas. Aun así, vamos ha hacer un esfuerzo por sintetizar lo que encontramos entre sus páginas sin caer en el más descabellado spoiler.
No obstante y antes de continuar, antes mencionaremos dos detalles. El primero, que Dibbuks nos ofrece el total de esta colección, es decir los cuatro grapas americanos, en una edición cartoné impecable en formato 17 x 24 centímetros, en cuyo interior encontramos 112 páginas a color - bueno, blanco, negro y rojo - en compañía de un prólogo del humorista Raúl Cimas - a quién vemos en el interior como un chalado - y un cierre de volumen de El Torres.
Segundo, comentaros a todos aquellos que leáis Camisa de Fuerza que aunque se trata d euna obra que puede leerse de forma independiente, forma parte de un universo más grande en el que encontramos otras obras de El Torres como El Velo y El Bosque de los Suicidas, siendo algunos conceptos de la primera mencionados a lo largo del volumen, como son el doctor Josh Carrington o el Síndrome Luna. Un universo que esperemos siga en expansión y nos ofrezca mucho más sobre los terroríficos seres que habitan "el otro lado".
CAMISA DE FUERZA
Nuestra historia está protagonizada por la joven Alexandra Wagner, una muchacha que ha pasado su vida en manicomios desde que siendo niña asesinó brutal y sádicamente a su hermano gemelo.
Diagnosticada como esquizofrénica, ahora Alexandra ha sido trasladada a un psiquiátrico de renombre para establecer un seguimiento más exhaustivo de un caso de demencia que claramente se aleja muchísimo de la esquizofrenia: Wagner asegura que existe otro lado, un mundo paralelo terrible que busca alimentarse de nosotros y dónde ahora habita su hermano, quién continúa estableciendo contacto con ella.
Josh Carrington, conocido especialista del medio, ve en Alex un nuevo caso del peculiar Síndrome Luna que el mismo examino años atrás, y decide poner a la muchacha bajo la tutela del Doctor Thomas Hayes.
A partir de aquí conoceremos poco a poco a Alex y el peculiar universo que la rodea. Mujer inteligente y repleta de una acidez y agilidad mental envidiables, nuestra protagonista lleva años según ella fingiendo su demencia para así poder permanecer cerca de Los Que Alimentan: seres aberrantes del otro lado que se camuflan en gente confiable para llegar hasta nosotros... seres a los que ella puede ver como son y, gracias a la ayuda de su hermano al otro lado, plantarles cara.
Por supuesto, su postura y acciones son tratados como una simple locura por unos y otros, pero Alex ve en el Doctor Thomas Hayes algo más que un nuevo terapeuta; ve a un hombre traumatizado y, probablemente, la próxima víctima de Los Que Alimentan.
Con esto ya os podéis hacer una idea muy global del tipo de historia que nos vamos a encontrar con una protagonista tan cínica como Alex al frente de todo, que inevitablemente nos recuerda en parte al Hannibal Lecter al convertir sus propias sesiones en sesiones para su terapeuta.
El Torres logra en solo un centenar de páginas desarrollar a una protagonista con unos pilares robustos, que evoluciona desde la seguridad más absoluta de la misión que se ha encomendado a si misma hasta tambalearse sobre su propia cordura.
Más allá de la horrible realidad que se encuentra tras la cortina de humo del día a día que nos rodea, esta historia nos hace descender por una espiral que recorre los límites de la cordura y la demencia con una maestría que nos deja atónitos, sin olvidar el apasionante desarrollo que rodea a los horrores del Otro Lado, el propio infierno en la tierra que, como si de monstruos de H.P.Lovecraft se tratara, evocan los terrores más ocultos de nuestro subconsciente.
Por otro lado y acompañando a una trama que nos deja sin palabras, acompaña el nada despreciable arte de Guillermo Sanna, quién es capaz de fascinarnos al ser capaz de plasmar en arte secuencial unas escenas terroríficas que dejan en pañales todo lo que tiene que ofrecer el cine de horror actual. Algo que se ve acentuado en gran medida al acertado uso del blanco y negro, solo roto por el rojo de la sangre y de las blasfemias del Otro Lado. Páginas como la secuencia de la pelea pasillera entre Alex y Raoul o el emerger de la Larva, pasaré años en olvidarla.
En serio, leedlo.
Es todo lo que puedo añadir.