El pasado mes de junio de 2017 Editorial Drakul se lanzaba a la piscina con el lanzamiento de una novela gráfica que es, como poco, difícil de catalogar.
Estamos hablando de un cómic que juega con nuestra mente hasta el punto en que no logramos discernir la ficción de la realidad y la verdad de la mentira en sus viñetas. ¿Hasta que punto lo narrado en sus viñetas es fidedigno, y hasta que punto se trata solo de una treta para mantenernos enganchados a sus páginas?
Desgraciadamente nunca lo sabremos, pero sin duda lo han logrado. Un servidor se ha leído las 176 páginas de una sentada y he de decir que me he quedado con la impresión final de que probablemente es lo mejor que me he leído en meses. Un relato de puta madre que escasamente llegamos a disfrutar en el panorama nacional y que, al ser español y pertenecer a un sello editorial pequeño, no llegará a tener la visibilidad que se merece en el mundo del noveno arte.
Pero a todos aquellos que os guste disfrutar de un buen cómic, os sugerimos que no cometáis el grave error de dejar pasar esta historia. Por que a mi me ha dejado tan loco como satisfecho.
Y ahora sin más pongámonos en materia y veamos un poco de que va esto de Atraco a Mano Alzada, que firmado por los nombres de Lundi y Javier Ara nos llega de la mano de Drakul en una edición rústica en cuyo interior hallamos las ya mencionadas 176 páginas en blanco y negro.
Atraco a Mano Alzada
Nos encontramos ante una obra bastante complicada de comentar, así que iremos por partes; y no hay mejor manera de empezar que hablando de uno de sus protagonistas: Lundi.
Lundi fue un dibujante aclamado en el mundillo en base a su trabajo en la editorial Sci Cómics, en especial por la celebrada colección Deus Ex Machina realizada en tandem con el guionista Gamble. Pero después de caer víctima de una enfermedad degenerativa, su vida fue una caída libre hasta que, hace una década, realizara un frustrado atraco a un banco para no dejar a su hija y a su mujer abandonadas con deudas y sin recursos que terminaría con él abatido a disparos por la policía.
Pero esta extraña e inesperada muerte ya largo tiempo olvidada aun tenía algo más que decir. Y es que Lundi había dibujado un cómic para que llegara a su hija Elissa al cumplir dieciocho años, explicando las razones por las que decidió atracar el banco.
El tema es que este cómic inacabado y con claros defectos gráficos debido a las deficiencias de movilidad que sufría Lundi en sus manos en las fases finales de su enfermedad. Un problema a causa del cual el autor pedía de manera póstuma que su trabajo fuera terminado por Javier Ara, un dibujante que vio su carrera destrozada hace años al terminar dedicándose exclusivamente a entintar sus dibujos (o hacerle directamente todo el trabajo) tiempo atrás.
Javier Ara acepta este trabajo, pero como bien supondremos, detesta al viejo Lundi hasta un nivel de profundo asco que queda patente desde el primer momento en el que podemos leerle en este volumen. Y es este odio el que le empuja ha llevar su labor mucho más allá, llevando a cabo una investigación sobre la verdad que se esconde tras los motivos y las consecuencias reales del robo que perpetró Lundi y que, en este punto, no queda tan claro si fue un fracaso o un éxito.
Bajo esta premisa nos encontramos con una obra dividida en tres partes bien diferencias: por un lado, el cómic que Lundi le dejó a su hija Elissa y que está protagonizado por el dibujante, narrando la preparación del robo en sus últimos días.
Por otro una segunda parte en la que el protagonismo es tomado por Javier Ara, quién haciendo uso de la metanarración como lo hace anteriormente Lundi, nos lleva de la mano junto a él a lo largo de su investigación en un magistral despliegue de recursos narrativos que nos hacen volver a diseccionar toda la primera parte para darle una vuelta de tuerca a todo lo que sabíamos hasta este momento.
Y finalmente, un final que parece dar, o no, la solución a todos los misterios y trampas argumentales en las que nos hemos sumergido. Sin duda una obra como la copa de un pino, que presenta estilos bien diferenciados a lo largo de un metacómic que juega con nuestra mente una y otra vez.
¿Dónde termina la verdad y empieza la ficción?