Manga: Reseña de "El laberinto del millón de tatamis" (Hyakumanjo Labyrinth) de Takamichi - @letrablanka
El pasado mes de noviembre y coincidiendo con la celebración del XXIII Salón del Manga de Barcelona, Letra Blanka Editorial engrosaba su sello Colección Kanji con la publicación de un nuevo manga que aporta algo de frescura al panorama actual:
Esta obra de ciencia-ficción finalista del Premio Manga Taisho 2016 nos llega tras cosechar una más que justificada fama por tierras francesas, en un formato tankoubon japones que hará las delicias de los otakus: una rústica con sobrecubiertas de 13 x 18 cm en cuyo interior encontramos 224 páginas, con cuatro a color. Toda una joya de primer volumen en al que se puede apreciar todo el cariño depositado por LetraBlanka para que los fans podamos deleitarnos.
El laberinto del millón de tatamis / Hyakumanjo Labyrinth
Nos encontramos ante un manga que nos plantea un escenario bastante diferente a lo usual, así que abrid bien vuestros ojos y vuestra mente a lo que vamos a contaros ya que aquí la acción ni sucede en un instituto japonés ni hay que salvar el mundo (que sepamos de momento).
Nuestras protagonistas son dos muchachas jóvenes llamadas Reika y Yoko que tienen un claro nexo en común: los videojuegos. Las dos chicas desempeñan un trabajo de beta testers en busca de bugs en los videojuegos durante su fase de desarrollo antes de que estos salgan al mercado.
De hecho, Reika es adicta a los bugs; una parte en los videojuegos que la atrae especialmente y que le encanta explotar más allá de toda lógica.
O al menos, estas eran ellas antes de que su vida cambie por completo.
Y es que un día, sin ningún motivo aparente, ambas aparecen en una especie de laberinto enorme que parece no regirse por las leyes naturales. A su alrededor se extienden un complejo de viviendas japonesas con suelo de tatami y puertas correderas prácticamente infinito en el que pisos, paredes y objetos parecen obedecer alguna bizarra ley de programación: mesas que se replican, objetos que desaparecen y gigantescos monstruos que devoran partes del edificio para dejar tras de sí únicamente un enorme vacío y oscuridad.
Su vagar sin fin poco a poco las lleva a ir comprendiendo los extraños mecanismos y lógicas que las rodean mientras intentan sobrevivir y encontrar una salida al mundo real, hasta que finalmente encuentran el primer rastro humano: Una nota firmada por Tagami, diseñador de un videojuego preferido por Reika por estar basado en los bugs.
Siguiendo las pistas e instrucciones proporcionadas por Tagami, las dos chicas comenzarán a avanzar con esperanzas renovadas, prosiguiendo un largo camino para regresar a casa.
Bajo esta premisa nos encontramos con un manga que, sin necesidad de explicaciones tediosas e innecesarias, nos sumerge en un escenario complejo y totalmente desarrollado que, además de estar colmado de originalidad, funciona perfectamente con la única presencia de sus dos protagonistas.
Personajes que además se van desarrollando viñeta a viñeta, logrando rápidamente que el lector se encariñe con estas peculiares frikis sin remedio que protagonizan esta situación que tanto puede recordarnos a la memorable película scifi Cube.
A esto le acompaña un dibujo de calidad excelente, con un trazo limpio y sencillo pero a la vez plagado de detalles, que destaca principalmente en los complejos escenarios imposibles, formados por edificios, tatamis y paredes que se amontonan hasta un lejano infinito.
El laberinto del millón de tatamis (Hyakumanjo Labyrinth 百万畳ラビリンス) de Takamichi.
Esta obra de ciencia-ficción finalista del Premio Manga Taisho 2016 nos llega tras cosechar una más que justificada fama por tierras francesas, en un formato tankoubon japones que hará las delicias de los otakus: una rústica con sobrecubiertas de 13 x 18 cm en cuyo interior encontramos 224 páginas, con cuatro a color. Toda una joya de primer volumen en al que se puede apreciar todo el cariño depositado por LetraBlanka para que los fans podamos deleitarnos.
El laberinto del millón de tatamis / Hyakumanjo Labyrinth
Nos encontramos ante un manga que nos plantea un escenario bastante diferente a lo usual, así que abrid bien vuestros ojos y vuestra mente a lo que vamos a contaros ya que aquí la acción ni sucede en un instituto japonés ni hay que salvar el mundo (que sepamos de momento).
Nuestras protagonistas son dos muchachas jóvenes llamadas Reika y Yoko que tienen un claro nexo en común: los videojuegos. Las dos chicas desempeñan un trabajo de beta testers en busca de bugs en los videojuegos durante su fase de desarrollo antes de que estos salgan al mercado.
De hecho, Reika es adicta a los bugs; una parte en los videojuegos que la atrae especialmente y que le encanta explotar más allá de toda lógica.
O al menos, estas eran ellas antes de que su vida cambie por completo.
Y es que un día, sin ningún motivo aparente, ambas aparecen en una especie de laberinto enorme que parece no regirse por las leyes naturales. A su alrededor se extienden un complejo de viviendas japonesas con suelo de tatami y puertas correderas prácticamente infinito en el que pisos, paredes y objetos parecen obedecer alguna bizarra ley de programación: mesas que se replican, objetos que desaparecen y gigantescos monstruos que devoran partes del edificio para dejar tras de sí únicamente un enorme vacío y oscuridad.
Su vagar sin fin poco a poco las lleva a ir comprendiendo los extraños mecanismos y lógicas que las rodean mientras intentan sobrevivir y encontrar una salida al mundo real, hasta que finalmente encuentran el primer rastro humano: Una nota firmada por Tagami, diseñador de un videojuego preferido por Reika por estar basado en los bugs.
Siguiendo las pistas e instrucciones proporcionadas por Tagami, las dos chicas comenzarán a avanzar con esperanzas renovadas, prosiguiendo un largo camino para regresar a casa.
Bajo esta premisa nos encontramos con un manga que, sin necesidad de explicaciones tediosas e innecesarias, nos sumerge en un escenario complejo y totalmente desarrollado que, además de estar colmado de originalidad, funciona perfectamente con la única presencia de sus dos protagonistas.
Personajes que además se van desarrollando viñeta a viñeta, logrando rápidamente que el lector se encariñe con estas peculiares frikis sin remedio que protagonizan esta situación que tanto puede recordarnos a la memorable película scifi Cube.
A esto le acompaña un dibujo de calidad excelente, con un trazo limpio y sencillo pero a la vez plagado de detalles, que destaca principalmente en los complejos escenarios imposibles, formados por edificios, tatamis y paredes que se amontonan hasta un lejano infinito.