El otro día, en las jornadas
de Ayudar jugando vi el nuevo Battletech, lo volvían a reeditar tras la caja
del 25 aniversario, incluyendo los mechs “unseen”, ¿que qué es eso? Tranquilo,
yo te lo explico:
El reglamento era bastante parecido a lo que conocemos hoy en día, quizás la aparición de un solo cañón automático (del tipo CA/5 concretamente) y reglas de críticos algo diferentes, pero poco más: Ya había reglas para jugar con tanques, infantería y jeeps y los mechs clásicos como el Warhammer, el Marauder o el Stinger ya estaban en él. Pero duró poco, la primera hostia le vino de George Lucas: La palabra “droid” era suya. Así que tocaba reinventarse.
Efectivamente, Battletech
tiene muchos años a cuestas, pasando por ciertos altibajos (eufemismo de perder
juicios por derechos de autor) que parecían que la franquicia se iría a la
mierda, pero que supo reponerse y seguir dando guerra (nunca mejor dicho),
exacto, empieza otra historia de batallitas del pasado donde todo era mejor y
antes todo eso era campo.
Los inicios
Bueno, corría el año 1984:
olimpiadas en Los Ángeles, Cazafantasmas y la primera de Indiana Jones en los
cines; Thriller de Michael Jackson y Born in the USA de Springsteen lo petaban
en las tiendas de música (sí, había tiendas de música en el pasado) y salía al
mercado Battledroids, el juego de combate armado entre robots gigantes.
Irónicamente traía más cosas que la siguiente edición, puesto que venían dos
mechs de plástico para montar, dos tableros y hexágonos para poner bosques,
lagos y escombros en el campo de batalla (también incluía las horribles
ilustraciones de los que haría gala hasta al menos la tercera edición.
El reglamento era bastante parecido a lo que conocemos hoy en día, quizás la aparición de un solo cañón automático (del tipo CA/5 concretamente) y reglas de críticos algo diferentes, pero poco más: Ya había reglas para jugar con tanques, infantería y jeeps y los mechs clásicos como el Warhammer, el Marauder o el Stinger ya estaban en él. Pero duró poco, la primera hostia le vino de George Lucas: La palabra “droid” era suya. Así que tocaba reinventarse.
Chic, chac curado, al año siguiente salía Battletech como si nada hubiese pasado.
Gracias a Ral Pharta, se sacaron al mercado un gran número de miniaturas, todas con un acabado más bien regulero, exceptuando algunas muy buenas como el Warhammer o el Battlemaster.
En la cresta
Ese fue el momento de gloria de la distribuidora FASA y su Battletech, En EEUU se estrenaba además Robotech, de las cuales saldrían el núcleo principal de mechs en Battletech, por lo que la popularidad del juego se disparó (cabe destacar que la opción de juegos que había antes no es la que hay ahora). Eso sí, los auténticos dueños de los diseños de los mechs, la empresa Harmony Gold, no estaban muy contentos con que estuvieran usando sus diseños por la patilla. Pero eran los locos años 80, eso no era importante, además, eran americanos y como se podía ver en sus películas, los americanos siempre ganaban. (Vale sí, Harmony Gold también era estadounidense, pero seguro que se entrenaban en el gimnasio Cobra Kai).
Battletech estaba en la cima, incluso sacaron un Battletech en Japón (con un rediseño de todos los mechs), juegos de rol (con horribles ilustraciones), juegos de mesa periféricos (con horribles reglas), juegos de ordenador (con horribles gráficos) y merchandising diverso.
In your face Harmony Gold |
Hasta que vino una nueva
hostia en 1996, esta de las grandes, un Hadouken en toda regla: Harmony Gold,
distribuidora de Macross/Robotech en EEUU demandaba a FASA por usar diseños de
Macross sin licencia, lo que hizo que los modelos más guapos y que estaban en
la línea principal en tableros y novelas dejaran automáticamente de existir. No
solo los de Macross/Robotech, sino también mechs de series como Dougram (Griffin,
Battlemaster, Shadow Hawk) o Crusher Joe (Locust). A partir de ahora, la gran
mayoría de mechs pasarían a ser “unseen” o lo que es lo mismo: silbar mientras
miras hacia otro lado.
La caída
Rápidamente salió un
“Technical Readout” para sustituir a algunos mechs. Por ejemplo, se emplearon
antiguos diseños de libros secundarios como el “carismático y precioso” Flea
para sustituir al Locust de la serie Crusher Joe.
Homer Simpon diseñando robots |
Afortunadamente para FASA, la
hostia le vino un par de años después de sacar el “Technical Readout 3050”, con
nuevas armas y nuevos diseños de mechs de los clanes, esta vez venidos del
lejano norte galáctico dispuestos a conquistar el territorio de las casas
sucesoras (por suerte para FASA, Juego de tronos saldría un poco después, por lo que no tenía que sufrir con posibles demandas). Así que, con más motivo aún, FASA dejó de lado toda la línea
argumental del 3025 y se centró en otros proyectos.
Poco a poco Battletech bajaba
paulatinamente sus ventas de juegos de mesa, al contrario que los juegos de
ordenador. FASA, bueno, la empresa a la que pertenecía FASA, fue comprada por
Microsoft, que se dedicó a sacar más juegos al mercado, Mechwarrior 2, Mech
Commander. Ninguno con los famosos “unseen”, hasta que, por fin, Microsoft
cerraba FASA en 2007.
El resurgir de los unseen
Piranha games, se alió con
Infinite Game para comprar los derechos de Battletech para sacar el mechwarrior
3, el juego pasó sin pena ni gloria, pero fue con el Mechwarrior online en el
que los clásicos diseños de Macross volverían a verse en los campos de batalla
del siglo XXXI, se trata del proyecto Fénix (un nombre muy acertado), con un
rediseño de mechs, que recordaban a los de Macross pero sin ser los de Macross.
¡Ya volvían a haber Warhammers en la mesa de nuevo! Corría el año 2013.
Pero la cosa no acaba aquí, en
el año 2016, Harmony Gold descubría esos nuevos/viejos diseños otra vez y
volvía a demandar a los creadores de las nuevas ediciones, a Catalyst por hacer
novelas y a Piranha games por presentar los diseños.
Y aquí llega cuando el héroe
que ha estado recibiendo golpes toda la película se levanta mientras suena de
fondo You’re the best around de Joe Sposito y Battletech le da una patada en la
cara a Harmony Gold a lo grulla: Durante el juicio celebrado este mismo año,
resultó que Harmony Gold no disponía de la licencia de las series japonesas, ya
que era de otra empresa llamada Big West. Harmony gold trató de enmendarse eliminando
parte de la acusación y pidiendo pruebas a Japón de que realmente tienen dichas
licencias, la respuesta de Japón fue clara: Se la sudó bastante, no hubo
respuesta. Así que Harmony Gold resultó ser el perdedor de la contienda, ¿No queríais
sopa? pues tomad tres tazas: En la caja básica del juego que saldrá en navidad
de 2018 ya podrá verse entre ellos un montón de mechs “unseen” con el diseño
previo al lavado de cara.
Os pondré un ejemplo:
De izquierda a derecha: El “Bigfoot”
de la serie Dougram, El clásico Battlemaster de Ral Partha antes de ser
denunciado por plagio, el de MechWarrior online tras el lavado de cara, el del
juego de miniaturas tras MWO y el nuevo tras la victoria en los juzgados.
La verdad es que no tengo ni idea
de quién tenía la verdad o no, pero que puedan volver a verse los mechs clásicos
en mesas de juego para mí es una alegría, no por ser un pureta que diga cosas
como “Antes sí que se sabían diseñar mechs, no como ahora, que están cargados
de hostias” sino porque supone el regreso de un juego clásico, que ha sabido anteponerse
a todos los palos que le han dado. Pensadlo, en el fondo es una lección de
vida.
El juego
El juego en sí ha cambiado
poco desde sus inicios, al menos, el sistema básico; si bien es cierto que el
sistema de Battledroids tenía reglas diferentes, como las reglas de alcance o
tablas de penetración de blindaje que se eliminaron a partir de Battletech.
Este sistema se rige por una
serie de niveles de dificultad, desde el más sencillo, el que no controlas la
temperatura y simplemente disparas y anotas el daño, hasta el Total Warfare, un reglamento de más de 300 páginas con
todo tipo de nuevas reglas.
En general, el sistema de
Battletech ofrece un sistema de juego que debe ser bastante parecido a sufrir
una auditoría de hacienda: Cada mech es una hoja DIN A4, lo que supone pasar a
la página 1 cuando me dispara un mech, ir a la 3 cuando me dispara el otro y
regresar a la 1 porque mi mech se ha caído al suelo y tengo que anotar los daños, no sin antes ir a la página 7 porque el mech ha caído sobre uno de mis tanques.
Es por ello que se sacó al
mercado “Alpha Strike”, un sistema en el que el mech se resumía en una carta.
El sistema de juego era sencillo, aunque con opciones avanzadas dignas del
Total Warfare (200 páginas el reglamento, no está mal para estar “simplificado”).
De esta manera consiguieron
llevar Battletech a cualquier jugador posible, desde el casual que no quiere
complicarse hasta el veterano de Wargames y encima con dos sistemas de juego.
Los periféricos
Para complementar el sistema
de batallas de mechs, surgieron una suma de juegos que podían integrarse dentro
del juego original junto con otros que aumentaban o reducían la escala.
El primero de ellos fue
Aerotech, el juego de cazas espaciales. De los más buenos que hay para este
sistema de juego, incluyendo algunas reglas para campañas de mapa. Tiene un
nivel de dificultad muy similar al juego básico. Es muy recomendable. Lo siguió
Citytech, un sistema para jugar dentro de ciudades y que sería complementado en
Total Warfare.
Battlespace, el juego de batallas
de naves espaciales. Denso, complicado y feo. Podía quedar interesante en una
campaña, pero los feos diseños de naves y la ausencia de miniaturas lo convertía
en un juego muy poco atractivo.
Battleforce era un wargame más
clásico, en el que cada unidad es una lanza (4 mechs). Estaba diseñado para ser
jugado en una campaña a gran nivel. Como peculiaridad está el hecho que las los
grupos de batalla se ponían de la siguiente manera sobre el tablero hexagonal.
Battletroops por el contrario,
llevaba el combate a nivel de pelotones de infantería dentro del mismo universo.
El juego en sí no llamaba mucho la atención puesto que el sistema de Total
Warfare ya incluye pelotones de infantería, pero este estaba más enfocado a ser
jugado con Mechwarrior, el juego de rol. A destacar las reglas de combate entre
las piernas de un mech.
Mechwarrior, el juego de rol,
se empleaba para partidas sinfín de Battlemechs, en el que suponía más hojas de
control, más reglas y más complicación, pero ¡eh! Ahora había una historia
detrás y eso molaba. La verdad es que este juego llevado por chavales de 12 a
16 años entrenaba a auténticos maestros de la contabilidad. Hacer la declaración
de la renta ya no supone ninguna dificultad si has jugado a Mechwarrior y
Battletech en tu juventud.
Y por último estaba Succession
wars. El wargame a nivel galáctico del mundo de Battletech, un juego que pudo
tenerlo todo y no llegó a casi nada, aburrido y sin ninguna habilidad
estratégica. Tenía una baraja de cartas que podría haber dado sorpresas en la
partida pero que las cartas eran igual de aburridas que el juego. Los años no
lo han tratado bien, sobre todo cuando un juego muy similar: Star Wars
Rebellion, una obra maestra, ha evidenciado las carencias del juego de FASA.
Y esto es todo de lo que sé de
Battletech, el juego con el que empecé en todo este mundillo y que es todo un
clásico para muchos; cierto, podría haber explicado el universo de Battletech,
de todas las novelas que hablaban de traiciones y giros argumentales que ofrecían
los personajes de las casas sucesoras pero eso ya nos lo ha ofrecido FASA y
Harmony Gold; como siempre, la realidad no solo supera la ficción sino que
además la patea y la escupe.